22 de septiembre de 2016

El Ladrón de tus Sueños

Una brisa templada ingresa sigilosa por la ventana y el aroma de las flores, busca adueñarse de mis rincones. La primavera se acerca, sin dejarme excusas para seguir al resguardo de las pantuflas. Me calzo el vestido nuevo, recojo mi cabello y salgo de casa; hace tiempo que me debo un paseo. Camino sin definir el trayecto, hasta que mis pies se frenan en el primer escaparate del pueblo, y allí está él, “El Ladrón de tus Sueños”, a punto de asfixiarse con el polvo que cubre su lomo. Otros tomos están ubicados en el centro, entretanto él, recluido a un costado, parece no estar en la lista de los más vendidos en el año. Sin embargo, tiene algo que me atrae. Debajo de su título alcanzo a leer una frase: “Despierta, alguien te acecha” y en su cubierta se dibuja una sombra ocultándose en la niebla. Mientras lo observo, en puntas de pie, con las manos y la frente aprisionadas en la vidriera, tengo la sensación de que una mirada ajena me escanea desde la vereda opuesta.
De repente, la vendedora extrae el libro del escaparate; no puedo permitir que alguien me lo arrebate. Ingreso de prisa a la librería, sin prestarle atención a la supuesta presencia que me observa, justo cuando la mujer está a punto de guardarlo en una caja, que lleva escrita una leyenda: “devolver a la editorial”, sobresale en letras de imprenta. “Lo quiero” -grito, desde el otro lado del mostrador. En la cara de la mujer se dibuja un gesto de asombro, cuando le expreso mi intención de llevarlo. Aún así, no duda en enajenármelo y a los pocos minutos, salgo de allí con el ejemplar en la mano.
Al parecer no hay nadie en las calles, no obstante escucho pasos acercarse. Doy media vuelta, pero todo aparenta ser una creación de mi imaginación. El sol se entierra en las montañas y aún no se encienden las luces del pasaje. La brisa templada comienza a enfriarse, cuando percibo una figura oculta en la penumbra. Intento alejar al miedo, que no deja de susurrarme, pero el eco de su rumor oscurece aún más las paredes del callejón.
Por fin, llego. Cierro, con firmeza, la puerta a mis espaldas y rápidamente giro la llave; en ese momento pienso: “Ya estoy en casa; nada puede pasarme”. Enciendo la lámpara de pie, me preparo un café y me recuesto en el sillón para comenzar a leer. Cuando me acerco a él, no puedo dejar de oler la fragancia de sus palabras, desde la primera frase, comienza a capturarme. Como una extranjera en el tiempo, me sumerjo en su universo, hasta que se adueña del instante por completo. Un halo de misterio envuelve su cuerpo; no puedo ir a dormir, me ha usurpado hasta el sueño y se ha convertido en el culpable de mi desvelo.
           Inesperadamente, un ruido me abstrae del trance. No me animo a indagar y prefiero eludir aquel sonido, hasta que vuelve a inquietarme. Espío por las rendijas de la persiana y veo una figura que se camufla en la espesura del jardín. Muevo hacia arriba la celosía, con el objetivo de ahuyentar al sujeto y lo veo, está huyendo por el pasadizo que colinda con el vecino. Su atuendo se parece a uno de los personajes del libro que estoy leyendo, lleva puesto un sobretodo negro que arrastra por el suelo. Trato de tranquilizarme, seguramente es una creación de mi mente. Pero, cuando logro persuadir a mis pensamientos, me tropiezo con un sobre, a medio cruzar la grieta de la puerta. No tiene destinatario ni remitente, sólo guarda en su interior un papel amarillo que dice lo siguiente: “No importa por cuántas manos haya pasado, si al menos una ha sabido apreciarlo. No importa si muchos no lo han elegido, si al menos alguien lo ha leído. No hay mejor premio para un escritor que cautivar a un lector. No necesito más pruebas para saber que “El Ladrón de tus Sueños” será el puente entre tú y yo”.


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