Una
brisa templada ingresa sigilosa por la ventana y el aroma de las flores, busca adueñarse
de mis rincones. La primavera se acerca, sin dejarme excusas para seguir al
resguardo de las pantuflas. Me calzo el vestido nuevo, recojo mi cabello y salgo
de casa; hace tiempo que me debo un paseo. Camino sin definir el trayecto,
hasta que mis pies se frenan en el primer escaparate del pueblo, y allí está
él, “El Ladrón de tus Sueños”, a punto de asfixiarse con el polvo que cubre su
lomo. Otros tomos están ubicados en el centro, entretanto él, recluido a un
costado, parece no estar en la lista de los más vendidos en el año. Sin
embargo, tiene algo que me atrae. Debajo de su título alcanzo a leer una frase:
“Despierta, alguien te acecha” y en su cubierta se dibuja una sombra
ocultándose en la niebla. Mientras lo observo, en puntas de pie, con las manos
y la frente aprisionadas en la vidriera, tengo la sensación de que una mirada
ajena me escanea desde la vereda opuesta.
De
repente, la vendedora extrae el libro del escaparate; no puedo permitir que
alguien me lo arrebate. Ingreso de prisa a la librería, sin prestarle atención
a la supuesta presencia que me observa, justo cuando la mujer está a punto de
guardarlo en una caja, que lleva escrita una leyenda: “devolver a la
editorial”, sobresale en letras de imprenta. “Lo quiero” -grito, desde el otro
lado del mostrador. En la cara de la mujer se dibuja un gesto de asombro,
cuando le expreso mi intención de llevarlo. Aún así, no duda en enajenármelo y
a los pocos minutos, salgo de allí con el ejemplar en la mano.
Al
parecer no hay nadie en las calles, no obstante escucho pasos acercarse. Doy
media vuelta, pero todo aparenta ser una creación de mi imaginación. El sol se entierra
en las montañas y aún no se encienden las luces del pasaje. La brisa templada
comienza a enfriarse, cuando percibo una figura oculta en la penumbra. Intento
alejar al miedo, que no deja de susurrarme, pero el eco de su rumor oscurece
aún más las paredes del callejón.
Por
fin, llego. Cierro, con firmeza, la puerta a mis espaldas y rápidamente giro la
llave; en ese momento pienso: “Ya estoy en casa; nada puede pasarme”. Enciendo
la lámpara de pie, me preparo un café y me recuesto en el sillón para comenzar
a leer. Cuando me acerco a él, no puedo dejar de oler la fragancia de sus
palabras, desde la primera frase, comienza a capturarme. Como una extranjera
en el tiempo, me sumerjo en su universo, hasta que se adueña del instante
por completo. Un halo de misterio envuelve su cuerpo; no puedo ir a dormir, me
ha usurpado hasta el sueño y se ha convertido en el culpable de mi desvelo.
Inesperadamente, un ruido me abstrae del trance.
No me animo a indagar y prefiero eludir aquel sonido, hasta que vuelve a
inquietarme. Espío por las rendijas de la persiana y veo una figura que se
camufla en la espesura del jardín. Muevo hacia arriba la celosía, con el
objetivo de ahuyentar al sujeto y lo veo, está huyendo por el pasadizo que
colinda con el vecino. Su atuendo se parece a uno de los personajes del libro
que estoy leyendo, lleva puesto un sobretodo negro que arrastra por el suelo. Trato
de tranquilizarme, seguramente es una creación de mi mente. Pero, cuando logro
persuadir a mis pensamientos, me tropiezo con un sobre, a medio cruzar la grieta
de la puerta. No tiene destinatario ni remitente, sólo guarda en su interior un
papel amarillo que dice lo siguiente: “No importa por cuántas manos haya
pasado, si al menos una ha sabido apreciarlo. No importa si muchos no lo han
elegido, si al menos alguien lo ha leído. No hay mejor premio para un escritor
que cautivar a un lector. No necesito más pruebas para saber que “El Ladrón de
tus Sueños” será el puente entre tú y yo”.
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